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Fotograma de ‘durangas’, obtenido durante la grabación de uno de los talleres que dio pie al documental

laboratorio – laban egin

Nuestro laboratorio es un lugar donde aprender del ensayo y el error, donde resbalamos, nos caemos, donde usamos trastos y técnicas mirando de reojo las instrucciones.

De ahí salió nuestro nombre, huts. De ahí y de una fijación algo extraña con Oteiza. También tiene algo que ver la ausencia del número cero en la cultura maya prehispánica o de las gentes de los Andes que leían (también) su destino en las zonas oscuras, en negativo, de la Vía Láctea.